dimarts, 24 d’octubre del 2017

Indecisión

  Lo había hecho. Notaba la cabeza flotar sin todo ese pelo recordándole la fuerza de la gravedad. Había pasado casi 3 meses debatiendo con ella misma si era hora ya o no de cortar por lo sano y renovarse des de fuera para sentir que el cambio interior era real.
  ¿Qué la había tirado para atrás durante tanto tiempo? El miedo. El miedo al cambio, el miedo al qué dirán, el miedo a estar cometiendo un error irreparable. Cuando expresaba estos miedos en voz alta la respuesta casi siempre era "Tranquila, el pelo crece", desechando sus sentimientos por completo. ¿Acaso pensaban que era tonta y no sabía que el pelo crecía? o ese típico "Sí, sí, córtatelo" como quien pregunta en voz alta si pintarse las uñas de los pies.

  Cuando ya casi estaba decidida a cortarse el pelo, a decir adiós a casi 2 años de acostumbrarse a ella misma, él le dijo que tenía un bonito pelo. No conocía sus intenciones, pues siempre se metía con ella, fuera cual fuera el detalle. ¿Que decidía ponerse pantalones altos? Él estaba allí para decirle que le quedaban mal. ¿Que se compraba zapatos con plataforma y "crecía" sustancialmente? Él estaba allí para decirle que no le gustaba tan alta. ¿Que se sentía eufórica perdida por ir a un concierto? Él despreciaba al grupo. ¿Que ella había faltado a clase para poder hacer cola y estaba en las nubes tras el concierto? Él estaba allí para decirle que ni había notado su ausencia.
  Así que ahora ¿qué pretendía? Ella le preguntó si iba en serio o era otra broma. ¿Acaso se sentía con el derecho de hacerle un cumplido como si nada?¿a hacerle tambalearse en la decisión que había tomado? Había sembrado una semilla de duda y ella misma le estaba dando fuerza.
  En realidad le gustaba su pelo largo. Le gustaba trenzarlo como Miércoles Addams, o hacer-se moños. ¡Qué coño!, tenía un buen y bonito pelo, ¿para qué negarlo?

  Esa fuerza la impulsó, y en cuanto entró en el local haciendo sonar la campanita, supo que iría más allá. ¡Adiós al castaño de siempre! Se lanzó convencida hacia el mostrador, sin darse tiempo a reflexionarlo, y antes de darse cuenta estaba escogiendo un precioso azul para su futuro yo.

  Sopló el viento, haciendo volar su renovada y corta melena, y tras demasiado tiempo mirando al suelo, dejando que el miedo se cargara en sus hombros, miró hacia adelante y empezó a andar al ritmo de la música de All Time Low.

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